El LSD combinado con otras drogas puede producir diferentes interacciones, algunas de las cuales pueden ser:

  • LSD + sustancias estimulantes: con estimulantes (cocaína, speed, etc.) disminuyen los efectos psicodélicos. La mezcla con MDMA puede dar un toque más empatógeno al viaje de LSD o producir más alteraciones visuales.
  • LSD + alcohol: puede desencadenar un mal viaje y convertir la experiencia en más incontrolable. Además, pueden provocar molestias gástricas.
  • LSD + sustancias alucinógenas: la combinación de LSD con otros psicodélicos supone mezclar sustancias de efectos muy intensos, por lo que, en caso de hacerlo, conviene extremar las recomendaciones usuales para el consumo de alucinógenos. El LSD tiene tolerancia cruzada con los efectos de la mescalina y la psilocibina (setas alucinógenas), es decir, la persona necesitará más cantidad de LSD si días antes ha consumido.
  • LSD + medicamentos: si se toma medicación (del tipo que sea), significa que hay un trastorno, por lo que el consumo de LSD o de cualquier otra droga no hará más que retrasar la mejoría y empeorar la sintomatología o provocar reacciones adversas. En el caso de patología psiquiátrica, se recomienda no consumir, ya que el estado de la persona es un condicionante muy importante de los efectos. Por ejemplo, los antidepresivos tricíclicos y el litio aumentan considerablemente los efectos del LSD, mientras que los antidepresivos inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAOs) y los inhibidores selectivos de la captación de serotonina pueden disminuirlos.

Además, todas las interacciones previamente descritas alteran tu presión arterial y frecuencia cardiaca considerablemente, elevando los minúsculos riesgos cardiovasculares asociados al LSD hasta niveles moderados o altos, dependiendo de las dosis a utilizar. Si tienes un historial de enfermedad cardiovascular, considera que la mezcla irá asociada a más probabilidades de que algo salga mal.

Evita experimentar los efectos de una droga mezclándola con otra, es más probable que algo salga mal.

Una persona con tendencia a los desórdenes de tipo psicológico tiene un alto riesgo de tener consecuencias indeseables y trastornos directamente asociados a su uso. Y, en consecuencia de arrepentirse de haber consumido.